KALERA

No tenía ni puta idea. Todo lo que tenía visto en Donosti antes de mudarme allí era un concierto, Calle Virgen del Carmen y la estación de buses… 

No tenía ni puta idea.

Ni idea de cómo sería la ciudad, ni la gente, ni de que trabajo encontraría (puesto que lo encontrara) y menos aún de cómo estaría la escena del patín (miré un par de videos antes de coger el avión y la verdad que sí, parecía haber buen nivel y me animé un poco; pero ya está). Sin embargo, otras razones me llevaron allí. Tampoco me preocupaba mucho. Cosas que pasan cuando uno está enamorado…

Peines del Viento / San Sebastián / Foto por Alvaro Pérez

«Ni idea de cómo sería la ciudad, ni la gente, ni de que trabajo encontraría (…) Tampoco me preocupaba mucho. Cosas que pasan cuando uno está enamorado…»

A Donosti me fui con una maleta y una mochila. En la maleta llevaba mi ropa. En la mochila, una cámara.

No sabía mucho, pero dos cosas sí las sabía: 

Estaba muy enamorado y tenía muchas ganas de patinar y grabar.
Lo demás surgiría. El verano estaba por llegar y todo iría bien.

Así que en cuanto pude, me fui a comprar un patín nuevo. Había venido solo con un cruiser y tenía un monazo increíble de patinar. Fui a una tienda de skate (Skate Shop San Sebastián) y me puse a hablar con el chaval que estaba sentado en el taburete tras el mostrador. Era majo. Charlamos un rato y le comenté que tenía una VX y que me hubiese molado hacer un “videíto”. Él también tenía una y le molaba el rollo.

¡Genial! – dije – pueees… ¡podemos juntar las fuerzas y producir algo entre los dos!

No tenía ni puta idea de lo bueno que era ese tío (Álvaro Pérez) patinando y que, casi tres años después, acabaría teniendo la última parte en el vídeo que pretendíamos grabar. Tampoco tenía idea de que acabaría yo trabajando en otra skateshop (The Flow Store), que el “videito” se convertiría en un full-length en el que saldrían alrededor de 40 personas y que, ¡ay de mí!, lo grabaría prácticamente todo yo… jajajaja.

Alvaro Pérez / BS Bigspin / Foto por Iñigo Salaberria

«A Donosti me fui con una maleta y una mochila. En la maleta llevaba mi ropa. En la mochila, una cámara.»

Con el tiempo acabé conociendo a casi todos los skaters de San Sebastián y alrededores (tampoco es difícil en una ciudad de ese tamaño) y junto con ellos conocí a otros que, como yo, iban llegando desde otras ciudades y países. Con la tontería, formábamos una buena tropa. Cada uno allí por un motivo u otro, pero todos unidos por el mismo denominador común: el patín. A medida que fui conociendo la ciudad, me enteré de cosas. Pronto me di cuenta de que patinar en San Sebastián no era fácil. Por 3 razones:

1. EL TIEMPO

Lluvia casi perenne en los meses invernales y tiempo siempre cambiante, siempre listo para joderte los planes.

2. LOS VECINOS

Los vecinos en San Sebastián son, en gran parte, mayores. Pero no es esto el problema. El problema es que son invisibles. Y no me refiero al hecho de que los hijos se hayan olvidado de ellos. Son como francotiradores. Al acecho tras sus cortinas bordadas, no se quejan, no avisan, no se cagan en tus muertos ni te tiran un cubo de agua desde el tercero (bueno sí, una vez nos tiraron botellines de cristal, pero esta es otra historia). En fin, no se comunican. Lo único que saben hacer es llamar a la policía.

3. LA POLICÍA

San Sebastián es, a día de hoy, un sitio tranquilo. Una postalita para guiris. Con sus pintxos súper caros y sus bonitas vistas al mar. Ya no hay movidas por las calles. A penas hay criminalidad. De la poca que hay, se ocupa la Ertzaintza con el resultado de que los munipas, los pobres, se aburren. Esto hace que se tomen cualquier nimiedad que los haga desviar de su rutina de largos paseos en coche, como un acontecimiento de la mayor importancia por lo que hay que actuar con rapidez y contundencia. Esto se traduce en multas y retiros del patín que caen, por el punto dos, sin aviso previo…

Buen Pastor / San Sebastián / Foto por Alvaro Pérez
"La Peña" / San Sebastián / Foto por Alvaro Pérez

«Pronto me di cuenta de que patinar en San Sebastián no era fácil.»

Los últimos dos factores, junto con las lesiones de los nombres prominentes del skate donostiarra, habían causado que en los últimos años la escena perdiera fuerza y cohesión, además de que los skaters dejaran las calles por placitas más tranquilas donde los vecinos y los monos no daban la turra.

A esto hay que añadir que Donosti es una ciudad cómoda para vivir. Es muy bonita, pequeña y tiene playa, y si estás bien asentado, sobre todo en verano, es fácil dejarte hechizar por estas pequeñas sirenas. Ser un comodón, vamos. Y esto, obviamente, se refleja en el patín.

Pero sí que había spots en Donosti. (Y potencial para patinarlos) – Así que poco a poco y con ánimo juntamos toda la tropa y grabamos el vídeo del que os hablo aquí.

Mañel Urbieta / BS Tailslide / Foto por Iñigo Salaberria
Paco, Mañel y Bruce / Foto por Ferran García
Federico Corazzini / 50-50 / Foto por Iñigo Salaberría

» (…) Donosti es una ciudad cómoda para vivir. Es muy bonita, pequeña y tiene playa, y si estás bien asentado, sobre todo en verano, es fácil dejarte hechizar por estas pequeñas sirenas.»

Al principio no tenía ni puta idea de qué forma iba a tener. Simplemente salíamos a la calle (no solo por placitas) con el patín y la cámara e íbamos catando spots por la ciudad y sus alrededores (como debe de ser). Durante casi dos años, fuimos apilando tomas y poco a poco el vídeo cogió forma y supe de qué iba a ir. Iba de San Sebastián y su escena.

Punto.

Ese era el único concepto.

Todo lo que tenía que hacer era representarlo de la mejor forma posible como, en mi opinión, se merecía.

Aritz Azpiroz / BS Nose 270 Shove-it / Foto por Iñigo Salaberria
Federico Corazzini / FS Slash / Foto por Iñigo Salaberria
Federico Corazzini / Pole Wallie / Foto por Iñigo Salaberria
Alvaro Pérez / BS 50-50 / Foto por Iñigo Salaberria
Simone Molteni / Portrait / Foto por Alvaro Pérez

«Durante casi dos años, fuimos apilando tomas y poco a poco el vídeo cogió forma y supe de qué iba a ir. Iba de San Sebastián y su escena.»

El día que me puse a ordenar todo el material que tenía, me di cuenta de que me había pasado. No iba a ser un “videito”. Tenía como para hacer un full-length…y lo hice.

Decidí llamarlo Kalera (“a la calle” en euskera) porque a pesar de todo, por difícil que sea patinar por allí, por mucho que llueva, por mucha caña que den los vecinos y la policía, por muy buenos skateparks que construyan (o no), creo que solo hay un lugar donde se puede patinar: en la calle.

Así que (valga esto como augurio para el próximo futuro), ahora más que nunca: ¡A la calle! ¡KALERA!

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Texto y vídeo por Simone Molteni
Imagen de la introducción por Alvaro Pérez
Fotógrafo principal Iñigo Salaberría